ADROGUÉ, CIUDAD CABECERA
El 30 de setiembre de 1873 se sancionó la ley provincial N° 856 creando el Partido de Almirante Brown. No obstante, la Legislatura dejó la decisión de designar la cabecera del nuevo distrito en manos del Poder Ejecutivo. Para ello hubo que sortear algunas dificultades, dado que paralelamente a las tratativas de Adrogué, en el paraje conocido como Monte de los Chingolos (actual localidad de Ministro Rivadavia y primer poblado de la zona) también se había conformado una comisión solicitando la creación de un nuevo partido y su designación como ciudad cabecera, por lo que ambos pueblos se disputaban ese lugar.
Esta aspiración dio comienzo a una puja entre los pobladores de los respectivos vecindarios, que activaron con celeridad las construcciones de los edificios públicos y particulares.
El establecimiento de la estación ferroviaria fue sin duda un factor determinante para definir la cuestión, sin dejar de observar la importancia de las relaciones políticas y sociales de Don Esteban Adrogué, dado que varias personalidades influyentes de la epoca eran asiduos visitantes del Hotel La Delicia.
El 30 de abril de 1874 el Poder Ejecutivo dictó un decreto resolviendo que el Pueblo Almirante Brown fuera la ciudad cabecera del Partido, dando así por finalizada la cuestión suscitada con los vecinos del pueblo de Ministro Rivadavia.
Pasados muchos años, en 1998, quedó impuesto por ley provincial el nombre de Adrogué –que era como se reconocía a la ciudad cabecera– asimilándola al nombre de la estación ferroviaria.
Borges y Adrogué
Entre los últimos hitos brownianos se destaca la inauguración de Casa Borges, concretada el sábado 18 de octubre de 2014, donde Jorge Luis Borges pasaba sus veranos junto a su madre en la década del ’40.
Además de rescatar para el acervo comunal la histórica casa, el nuevo espacio cultural fue creado con el objetivo de realizar actividades para difundir la vida y la obra del célebre escritor.
Borges ha sido uno de los moradores ilustres de esta localidad y su experiencia ha quedado plasmada en sus testimonios y en algunas de sus obras, bajo la forma de laberínticos espacios y variados personajes.
El gran escritor argentino pasó muchos veranos de su infancia en el Hotel La Delicia; en la quinta llamada “La Rosalinda”, de la calle Macías, y muchos años después en la casa de su familia, frente a la Plaza Brown, que como mencionamos fuera adquirida por la Municipalidad local en el año 2012 –e inaugurada en 2014– para ser
preservada como patrimonio histórico y cultural.
En 1977 Borges dicta en la Ciudad de Burzaco la conferencia “Adrogué en mis libros” y se edita el libro con grabados de su hermana Norah y el poema “Adrogué”, que le da título.
He aquí algunas de las expresiones que dan cuenta de su entrañable recuerdo:
“Durante los años de mi infancia pasábamos los veranos en Adrogué… Allí teníamos residencia propia: una vasta construcción de una planta, con terrenos, dos cabañas, un molino de viento y un peludo ovejero marrón. Adrogué era entonces un remoto y apacible laberinto de casas de veraneo rodeadas por verjas de hierro, con
parques y calles que irradiaban de las muchas plazas. Impregnado por el ubicuo aroma de los eucaliptos”.
“En cualquier parte del mundo en que me encuentre cuando siento el olor de los eucaliptos, estoy en Adrogué. Adrogué era eso: un largo laberinto tranquilo de calles arboladas, de verjas y de quintas; un laberinto de vastas noches quietas que mis padres gustaban recorrer. Quintas en las que uno adivinaba la vida detrás de las quintas. De algún modo yo siempre estuve aquí, siempre estoy aquí. Los lugares se llevan, los lugares están en uno. Sigo entre los eucaliptos y en el laberinto, el lugar en que uno puede perderse. Supongo que uno también puede perderse en el Paraíso. Estatuas de tan mal gusto y tan cursis que ya resultaban lindas, una falsa ruina, una cancha de tenis.
Y luego, en ese mismo hotel “Las Delicias”, un gran salón de espejos. Sin duda me miré en aquellos espejos infinitos. Muchos argumentos, muchas escenas, muchos poemas que he imaginado, nacieron en Adrogué o se sitúan en ella. Siempre que hablo de jardines, siempre que hablo de árboles, estoy en Adrogué; he pensado en esta ciudad, no es necesario que la nombre”.
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