Del laboratorio al mercado: ciencia, Estado e industria juntos frente a la pandemia
Desde el primer test serológico nacional a los “superbarbijos” con propiedades fungicidas y antibactericida, académicos, Estado y empresas de base tecnológica confluyeron en 2020 para la elaboración a escala de productos innovadores que dieron soluciones frente a la pandemia.
Unos meses después, en agosto, se presentó el CovidAr IgM que permite la medición de otros anticuerpos y es complemento del anterior; ambos producidos por el laboratorio nacional Lemos.
“Al día de hoy se produjeron un millón de determinaciones y ya se distribuyeron en forma de donación unas 800.000 a autoridades de salud a nivel municipal, provincial y nacional”, detalló a Télam Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la FIL, investigadora del Conicet y responsable del proyecto.
La investigadora añadió que “los test se donaron para distintos estudios clínicos, para estudios en geriátricos, personal de salud de hospitales de todo el país, estudios de seroprevalencia en barrios (entre otras aplicaciones). También se emplearon para cuantificar anticuerpos en personas convalecientes que donaron plasma para tratamientos”.
“Todos estos proyectos se lograron gracias a la interacción entre la academia y el sector productivo, y también entre el sector público y privado”
ROBERTO SALVAREZZA
La científica describió que “la escalada en la producción fue posible gracias a la alianza con el laboratorio Lemos, esa articulación fue fundamental; el objetivo es sostener la producción de 200 mil determinaciones por mes”.
El 15 de mayo, Anmat también aprobó el uso de un test rápido nacional de detección del virus: el Neokit-Covid-19, que fue desarrollado por científicas y científicos del Conicet en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein (ICT Milstein, Conicet-Fundación Pablo Cassará), en asociación con la empresa Neokit SAS, formada sobre la base de un Consorcio Público-Privado (CAPP) entre el Conicet y el Laboratorio Pablo Cassará S.R.L.
El Neokit permite la detección de material genético del virus a través de una tecnología que se conoce como amplificación isotérmica mediada por bucle (LAMP, por sus siglas en inglés).
“Desde que se empezó se produjeron 1,3 millones de determinaciones. Unas 800 mil se encuentran semielaboradas para empacado. Se vendieron 350.000 de Neokit común y 130.000 de la versión plus (sin extracción del ARN)”, describió Adrián Vojnov, investigador jefe del Laboratorio de Fitopatología Molecular del ICT Milstein y referente del proyecto.
El científico detalló que “la provincia de Buenos Aires encargó 200 mil y ya se entregaron 50 mil; además se exportaron a Panamá 70 mil determinaciones y está el proceso para exportar a Canadá”.
Otro de los test nacionales que detecta el virus es el ELA-Chemstrip, desarrollado por científicos del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (Iibio, Conicet-Unsam) y de la Universidad de Quilmes en asociación con las empresas de base tecnológica Chemtest y Productos Bio-lógicos SA (PB-L) y fue aprobado el 13 de junio.
Este test, que también funciona utilizando amplificación isotérmica mediada por bucle, lleva distribuidos desde julio unas 350 mil determinaciones.
“La mayoría se utilizó en hospitales públicos del conurbano bonaerense y en menor medida se enviaron a las provincias de Santa Fe, Santiago de Estero, Salta, Jujuy, Entre Ríos, Río Negro, Tierra del Fuego y Santa Cruz”, informó a Télam Diego Comerci, investigador de la UNSAM y coordinador del desarrollo.
El especialista añadió que “en sector privado estamos trabajando con grandes sanatorios de la Ciudad de Buenos Aires, Rosario, AMBA y Mendoza”.
Otro ejemplo de la asociación ciencia-Estado-empresas fueron los barbijos con telas capaces de inactivar el coronavirus, además de tener propiedades fungicidas y antibactericida, conocidos popularmente como los “superbarbijos” o “los barbijos de Conicet”.
“Estábamos en una situación bastante crítica porque los compradores habían interrumpido los pagos. Se nos ocurrió esta alternativa pero no teníamos forma de empezar, así que pedimos un préstamo al Banco Nación y con eso arrancamos”, contó a Télam Ángeles Espeche, socia gerenta de Kovi S.R.L, la empresa textil que los fabrica.
Las propiedades en las telas fueron logradas por científicas y científicos del Instituto de Investigación en Ingeniería Ambiental (IIIA-UNSAM) y del Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, CONICET-UBA) pero fue a partir del trabajo conjunto con Kovi S.R.L que se logró la producción a escala y hoy llevan producidos un millón de mascarillas.
“Actualmente, estamos produciendo un millón más y estamos preparando barbijos de tamaño más pequeño para que puedan utilizar las niñas y niños en la vuelta al colegio”, detalló a Télam Espeche.
Existe muchos otros ejemplos de estas interacciones: los termómetros infrarrojos inteligentes IOT, desarrollados por la empresa misionera de base tecnológica (EBT), Fábrica Argentina de Nanosensores (FanIOT); los sistemas para descontaminar aire y superficies con radiación UV-C creado por las Facultades de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) con financiamiento del el MINCyT a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (Cofecyt) en el marco del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología Covid-19, entre muchos otros.
“Todos estos proyectos se lograron gracias a la interacción entre la academia y el sector productivo, y también entre el sector público y privado”, señaló a Télam el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza.
“Esto se potenció muchísimo durante la pandemia y es una de las principales enseñanzas que nos dejó: la capacidad de vincular rápidamente al sector académico, el que genera la tecnología e innovación, con el sector privado que permite escalar la producción”, cocluyó.
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