Lideró el motín de Sierra Chica, fue condenado en un “videojuicio” y sigue preso 25 años después
Marcelo Brandan Juárez (53), alias “Popó”, pisó por primera vez un penal a los 18 años, fue una de las caras visibles del motín de Sierra Chica y protagonizó la mayor parte de su carrera delictiva detrás de las rejas en casi una decena de penales de la provincia de Buenos Aires.
Marcelo Brandan Juárez, uno de los “Doce Apóstoles” que lideró el motín de Sierra Chica, el más sangriento de la historia carcelaria argentina ocurrido en la Semana Santa de 1996, sigue preso a 25 años de ese hecho luego de cumplir la pena de prisión perpetua que le dictaron en el primer “videojuicio” realizado en el país, salir de prisión y volver a ser detenido por un secuestro y tiroteo.
Brandan Juárez (53), alias “Popó”, pisó por primera vez un penal a los 18 años, fue una de las caras visibles del motín de Sierra Chica y protagonizó la mayor parte de su carrera delictiva detrás de las rejas en casi una decena de penales de la provincia de Buenos Aires.
Es que “Popó” no sólo escribió su historia criminal en ese penal con régimen cerrado y de máxima peligrosidad del partido de Olavarría, sino que también, en los últimos 10 años, permaneció encerrado durante distintos períodos de tiempo en la cárcel de Florencio Varela, General Alvear, Urdampilleta, Mar del Plata, Bahía Blanca, Dolores y Olmos, entre otros.
La vida de Brandan sigue transcurriendo tras las rejas, al igual que aquel 30 de marzo de 1996 cuando, en el inicio de Semana Santa, un grupo de presos bautizado “Los Doce Apóstoles de la Muerte” protagonizó un intento de fuga
En enero de 2011, tres meses después de recuperar la libertad a pesar de haber recibido reclusión perpetua por cuatro asesinatos de presos y demás delitos cometidos durante el motín, Brandán, beneficiado por la ya derogada ley del 2×1, volvió a ser detenido, esta vez por el secuestro de un comerciante en la localidad bonaerense de Hurlingham y un posterior tiroteo con policías en el partido de San Miguel.
Desde noviembre del año pasado, “Popó” Brandán está alojado en la Unidad Penal 30 de General Alvear, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), donde cumple una pena unificada de reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado, a disposición del Juzgado de Ejecución 2 de Azul.
La vida de Brandan sigue transcurriendo tras las rejas, al igual que aquel 30 de marzo de 1996 cuando, en el inicio de Semana Santa, un grupo de presos que él y otros lideraban, bautizado “Los Doce Apóstoles de la Muerte”, protagonizaron un intento de fuga que, al ser frustrado, derivó en un motín que se extendió hasta el 7 de abril.
El motín
Fue una revuelta sin precedentes en la historia carcelaria, en la que todos los “códigos” que adentro de la prisión reinaban hasta entonces se rompieron y se ajustaron cuentas entre bandas antagónicas que convivían en ese penal.
Presos mataron a otros presos, jugaron al fútbol con la cabeza de uno de ellos y cocinaron restos humanos en la panadería de la prisión.
Uno de los hechos inéditos hasta entonces fue que en ese motín, los líderes de la revuelta tomaron como rehén a una jueza que se presentó para negociar con ellos la rendición tras el intento de fuga.
Así fue que la entonces magistrada penal de Azul María de las Mercedes Malere y su secretario, Héctor Torrens, conformaron la lista de 19 rehenes -la mayoría de ellos guardacárceles, entre ellos Jorge Krolling, quien fue condecorado por su actuación durante el hecho- que permanecieron a manos de los presos amotinados durante la Semana Santa de 1996.
Primer juicio a distancia
Los relatos del horror vividos tras los muros de esa prisión fueron expuestos tanto por testigos como por presos sobrevivientes años después, durante el juicio que comenzó el 7 febrero del 2000 en el interior del penal de máxima seguridad de Melchor Romero.
Mucho antes de la existencia de las plataformas digitales y cuando la pandemia de coronavirus ni siquiera era argumento de una película de ciencia ficción, los “Doce Apóstoles” fueron los protagonistas del primer juicio a distancia, el entonces llamado “telejuicio”, que se realizó en el país.
Por razones de seguridad, y debido a la cantidad de acusados, en total 24 -“Los Doce Apóstoles de la Muerte” más otros 12 presos-, se dispuso montar el estrado de un tribunal en el casino de oficiales del penal, mientras que los 24 acusados presenciaban el debate a través de un sistema de videoconferencia desde una megacelda ubicada en un pabellón de máxima seguridad de la misma prisión.
De nada valieron los intentos de las defensas por evitar ese formato de juicio, alegando la violación de las garantías constitucionales de los reclusos, ya que primó la decisión judicial de evitar cualquier riesgo de fuga o incidente, teniendo en cuenta el grado de peligrosidad de los acusados.
El juicio terminó con seis condenados a reclusión perpetua por seis asesinatos de presos -hubo un séptimo caso que no pudo probarse-, secuestros coactivos, lesiones, tentativa de evasión y tenencia de arma.
Entre ellos estuvo Brandan Juárez, a quien un tribunal oral de Azul integrado por magistrados y abogados de distintos fueros, halló culpable de cuatro homicidios calificados, secuestro coactivo agravado, evasión en grado de tentativa, homicidio simple en grado de tentativa y tenencia ilegal de arma de guerra.
Al igual que él, fue condenado a reclusión perpetua el apóstol Víctor Esquivel Barrionuevo, quien actualmente está alojado en la Unidad Penal 6 de Dolores por delitos cometidos muchos años después del motín, entre ellos homicidio, secuestro extorsivo, robo, portación de arma de guerra y resistencia a la autoridad.
Las condenas
El juicio por la revuelta en Sierra Chica concluyó con seis condenas a perpetua, ya que además fueron alcanzados por esa pena Juan José Murgia Canteros, Jorge Pedraza, Miguel Ángel Acevedo y Miguel Ruiz Dávalos.
Para los jueces, ellos cometieron los crímenes de los presos Agapito Lencina Aquino, Daniel Niz Escobar, Víctor Gaitán Coronel, Esteban Polieschuck, Mario Barrionuevo Vega y Luis Romero Almada.
Respecto del crimen de un séptimo recluso, José Cepeda Pérez, los presos fueron absueltos porque el tribunal no pudo determinar quiénes y en qué circunstancias lo atacaron.
En tanto, Héctor Daniel Galarza Nanín, Leonardo Salazar, Ariel Acuña Mansilla -hoy “influencer” en redes sociales-, Oscar Olivera Sánchez, Mario Troncoso Esmael, Carlos Gorosito Ibáñez, Jaime Pérez Sosa y Héctor Cócaro Retamar fueron condenados a 15 años de reclusión.
Por su parte, Marcelo González Pérez fue condenado a 14 años de encierro; Daniel Ocanto Ramírez, a 13; Lucio Bricka Puebla, a 12, y Guillermo López Blanco, a seis meses, mientras que Marcelo Villaseco Quiroga, Luis Marcelino Bogado, Antonio Ruíz Díaz Gómez, Carlos Villalba Mafei, Alejandro Díaz Ramírez y Gustavo Javier Arín fueron absueltos.
Agencia : Telam
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